cuyo cartón sin embargo no pudo evitar las consecuencias del paso del tiempo...
Ese regalo para mí era lo más...
Tanto es así, que después de 40 años sigo conservándola como una pequeña reliquia,
impecable, conservando entre la tela de su minúsculo vestido
el sabor de aquella pequeña gran ilusión, la sonrisa paciente de mi abuelo
y la emoción de cuidar de ese pequeño tesoro a través de los años.
Tal vez un día pase a otras manos que sepan cuidarla
a través de otras muchas décadas, transmitiendo una "pequeña historia" de ilusión,
valores y dedicación...ojalá.